
Saludos desde Santa Marta, una de las ciudades costeras del caribe colombiano y capital del territorio de la Sierra Nevada.
Una de las misiones de mi viaje es investigar las culturas indígenas de la Sierra, y su relación con el entorno natural. Creo que podemos aprender muchísimo de estos maestros y maestras que llevan siglos conviviendo de manera armónica con la tierra y sus seres.
Bajo un mismo territorio conviven 4 principales comunidades indígenas: los Kogui, los Wiwa, los Kankuamo y los Wíntukua, descendientes de los Tayrona (900 d. C). Todos comparten la misma cosmogonía en la cual hay una Madre y un Padre que crean y sustentan la realidad:
"La Madre de todas nuestras semillas nos parió en el principio. Ella (Ati Seynekun) es la madre de todos los linajes. Ella es la madre del trueno, de los ríos, de los árboles y de todas las cosas.
Ella es la madre de los cantos y las danzas. Es la madre del mundo y de las piedras, de los hermanos mayores... de los utensilios de danza y de las casas ceremoniales. Es la única madre que tenemos.” 1
Serankua, el creador del mundo, es quien ''otorgó un guardián espiritual a cada piedra, montaña y río de la Sierra.'' 1
Todas estas comunidades indígenas se rigen por la ley de Origen, un sistema legal que tiene por objetivo mantener la armonía en el universo. Saben que todos los elementos vivos son importantes, por lo tanto han de aprender de ellos y tratar de asegurar su continuidad. Cuentan con unos lugares sagrados que atraviesan toda la Sierra Nevada. El recorrido que une estos lugares de poder es conocido como la Línea Negra, un puente entre el mundo material y espiritual para las comunidades de la Sierra.
Este sistema de creencias se materializa a través de los Pagamentos, que son rituales en los que se agradece a la tierra por su generosidad y recursos, se pide permiso y se le ofrece algo a cambio, es decir, se paga una deuda. Es una cuestión de reciprocidad, una relación en la que uno da y toma.
"En cualquier actividad que hagamos como tumbar un árbol, cazar un animal, sembrar, recoger una cosecha, construir una casa o un puente, debemos hacer rituales de pagamento para pedir permiso a los dueños espirituales. Si no lo hacemos, las consecuencias son muy graves: enfermedades, conflictos, sequías, inundaciones, derrumbes o incendios...
Nuestros sitios sagrados no pueden desaparecer, no pueden ser violados. Sin ellos no hay fundamento, no hay leyes ni normas para guiarse". 1
Otro aspecto importante es el aprendizaje a través de la observación del territorio. Creen que muchas lecciones vitales pueden ser leídas en los animales, en las plantas, los vientos y los ríos. Crean historias, danzas y melodías inspiradas en cada ser o elemento del que aprenden, para recordar este conocimiento y pasarlo de generación en generación.
Una figura indispensable en la comunidad son los líderes espirituales, es decir los Mamos (hombres) y las Sagas (mujeres). Son los intermediarios entre la naturaleza y la comunidad, elegidos por la Tierra para transmitir sus mensajes directos y así poder guiar las acciones humanas en armonía con ella.
Una vez son seleccionados en la infancia, los mamos son aislados en las casas ceremoniales (Kankuruas) para recibir una formación muy profunda que les permite poder leer las señales contenidas en las piedras, lagos y plantas.
Otras de sus funciones principales son acompañar en los rituales de madurez sexual, matrimonio, muerte, búsqueda de orientación y diseñar qué pagamentos se requieren en cada ocasión.
Para obtener concentración y visión, los Mamos- y en general los hombres de las comunidades- usan varias plantas de poder. Mastican hojas de coca (Erythroxylum novogranatense), combinadas con cal, que obtienen de la transformación de las conchas de bivalvo. A esta acción se le llama mambear, y así mientras se introducen hojas de coca a un lado de la boca, añaden la cal, mientras que con su palo de madera frotan la superficie de una pequeña calabaza llamada Poporo. Realizan esta acción durante todo el día, y les sirve para conectarse con su espiritualidad, para meditar. Esta calabaza o Poporo, es entregada cuando el Mamo considera que el chico ya es un hombre. Su forma representa el útero de la mujer (contenedor de la cal) y el palito de madera el falo que la penetra. Es un símbolo de unidad e integridad para las comunidades de Santa Marta.

Poporo
Pero la actividad que vertebra toda su cultura sin duda es el tejido:
"En el comienzo de los tiempos, la Madre era la única que poseía el conocimiento del arte textil. Comenzó a tejer tela pero no permitía a nadie que mirara el acto... pero una noche su hijo Seizánkua fingió estar enfermo y dormido, para observar a la Madre a través de la rendija. Vio entonces cómo ponía la urdimbre en el telar y cómo tejía. Seinzákua trató de imitar lo que había visto e hizo una tela. Cuando la Madre lo vio, exclamó: ¿Quién me ha estado observando? Pero ya entonces todos los hombres estaban aprendiendo a tejer..." 2
Tanto hombres como mujeres tienen una estrecha relación con el tejido. Los hombres como dice la leyenda anterior, son los encargados del telar y con él producen tela para elaborar ropa y bolsas.
Hilar es una acción que nos lleva a reflexionar y a meditar en la importancia de nuestros seres queridos y de la naturaleza.

Esquema telar. 1
Las mujeres por otro lado trabajan con el huso para producir las bolsas tradicionales en las que portan los hombres sus Poporos. Para estos bolsos la fibra por excelencia es la Cabuya, que se obtiene del fique (especie furcracea) y es, junto al algodón, una de las más usadas en las producciones indígenas de Santa Marta.


Estos días he visto diferentes plantas que usan para teñir el fique, como son la Ulda (Picramnia sellowii) y el Achote (Bixa orellana).
La Ulda (o Unna) es un tinte muy valorado por su tono morado intenso, fácilmente visible cuando se frota entre los dedos y entra en contacto con el aire. Muchas mochilas están teñidas con este increíble tinte. Para la cultura Kogui el morado representa el aspecto femenino y la vida en general.


El Achote o Achiote es un conocido tinte usado por comunidades indígenas de todo el territorio de América del Sur. Su tinte puede obtenerse de las hojas y de sus semillas brota un color rojo agranatado intenso, que es perfecto para aplicar pintura corporal. El rojo es el color de la sangre, de la vida circulando, la menstruación y el vigor.


Seguiré profundizando sobre la cultura de la Sierra Nevada de Santa Marta y sus comunidades indígenas a través de varias entrevistas que publicaré en formato podcast. Está siendo un viaje fascinante de aprendizajes regenerativos, y de descubrimiento de los colores simbióticos.
Un abrazo
Sil
FUENTES
Museo del Oro Tairona. Santa Marta
Mitologia de los cuatro pueblos indigenas, recopilada por Gerardo Reichel-Dolmatoff, 1952.
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